INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL TRABAJO

En la actualidad, el término Inteligencia Emocional es aplicado en distintos ámbitos de la vida cotidiana: en la escuela, el deporte, … y por supuesto, también en el terreno de la empresa y el trabajo.

Para poder entender mejor el significado de Inteligencia Emocional, conviene definir por separado cada uno de sus términos. Del latín “intelligentia”, la noción de inteligencia está vinculada a la capacidad de entender y elaborar información para usarla de manera adecuada, escogiendo, por tanto, las mejores opciones en la búsqueda de una solución.

Según Howard Gardner, es posible distinguir diversos tipos de inteligencia, tantos como habilidades entren en juego al utilizarla; así, estarían la inteligencia lingüística, la lógica-matemática, musical, naturista, espacial, kinestésica, intrapersonal, interpersonal, existencial, … y la que nosotros vamos a tratar en esta ocasión, la emocional.

Etimológicamente, el término “emoción”, viene del latín “emotio”, que significa “movimiento o impulso”, “aquello que te mueve hacia”. Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo importante. La reacción ante ellos puede ser de alegría, tristeza, miedo, etc. Y es ésta, la que puede ser diferente si aprendemos a manejar nuestra inteligencia emocional.

Podríamos definir, por tanto, la Inteligencia Emocional como la capacidad de manejar nuestros propios sentimientos y emociones y los de los demás, para gestionarlos de la manera más adecuada y efectiva posible.

Quienes primero utilizaron este término fueron en 1990, Peter Salovey y John Mayer. Anteriormente, Howard Gardner (en 1983), ya nos habló de los diferentes tipos de inteligencia en su libro “Inteligencias Múltiples”. Hasta este momento, finales del siglo XX, todos los estudios que se hacían sobre la inteligencia, estaban basados en la mente racional, -punto de partida para el cálculo del Cociente Intelectual (C.I.)-, en un pensamiento lógico y analítico. Pero este pensamiento, no abarca toda la inteligencia. Aunque no se haya estudiado como tal hasta nuestros días, siempre ha estado latente en el ser humano. Si no hubiera sido por la inteligencia emocional, nuestros antepasados no hubieran podido conservar la vida en situaciones críticas y peligrosas, tomando la mejor respuesta posible en milésimas de segundo.

Definitivamente, el psicólogo Daniel Goleman en 1995, fue quien popularizó el término en su libro “Inteligencia Emocional”, definiéndola como “la capacidad de manejar nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarlos y de manejar adecuadamente las relaciones”.

En algunas personas, esta capacidad es algo innato, pero también se puede aprender, puesto que es una habilidad no es un rasgo.

Todo lo comentado hasta ahora, saber llevarlo al mundo de la empresa, del trabajo, es fundamental, tanto para cada uno de nosotros como trabajadores, cómo para la compañía en la que trabajamos.

Gran parte de las decisiones que tomamos en nuestro puesto de trabajo a lo largo del día, son influenciadas en mayor o menor grado por las emociones; es primordial saber reconocerlas y controlarlas con nuestros compañeros, jefes, clientes.

En la actualidad, los procesos de selección de personal tienden a valorar más en los candidatos las habilidades interpersonales y la gestión de emociones que los conocimientos técnicos y la experiencia laboral.

Los trabajadores con alta inteligencia emocional resultan mucho más productivos para las corporaciones; por ejemplo, es impensable tener un comercial de ventas que no tenga habilidades comunicativas en el trato con los clientes; o el director de una compañía o negociador, tendrá más éxito si es capaz de controlar sus impulsos y emociones para que en la negociación todas las partes queden satisfechas.

Un buen conocimiento técnico, siempre va a necesitar un buen conocimiento de las emociones para llegar a buen fin.

Según la Camegie Foundation, entre el 85% y el 87% del éxito profesional está vinculado a habilidades personales e inteligencia emocional. Todo son ventajas: mayor capacidad de resolución de conflictos, aceptación de críticas, aumento de perseverancia para cumplir los objetivos marcados y reducción de los índices de absentismo y rotación.

Un trabajador que desarrolle su inteligencia emocional en el trabajo es un individuo satisfecho consigo mismo.

Y para aprender y poder encauzar con éxito todas estas emociones y habilidades en el trabajo, vamos a ver una serie de herramientas de que se compone la Inteligencia Emocional y que nos ayudarán en este desarrollo:

  • AUTOCONOCIMIENTO
  • AUTOCONTROL
  • RESILIENCIA
  • MOTIVACIÓN LABORAL
  • EMPATÍA
  • HABILIDADES COMUNICATIVAS

Podemos ver el desarrollo de estas herramientas en el documento completo adjunto.

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